martes, 9 de junio de 2009

La chacha Micaila

La Chacha Micaila
Autor: Antonio Guzmán Aguilera
Declamado por: Don Manuel Bernal

Mi cantón, magresita del alma,
ya pa que lo quero,
si se jué la paloma del nido,
si me falta el calor de su cuerpo,
si ya sus canarios
de tiricia se han ido muriendo
si los capulines
ya no sueltan sus frutos del tiempo,
y las campanillas y las dormideras
se han caído tan recio
que cualquiera que va a visitarme
pisa sobre pétalos.
Y yo que la vide, dialtiro decaída
con los ojos negros
zambutidos en unas ojeras
cenizas, y aluego
los tales quejidos;
los tales mareos
que dizque eran vaídos
al decir del médico
¡ Algame la Virgen!
Yo nomás de acordarme, padezco
muncho escalofrío
y mi` hogo del pecho,
y se mi hacen las manos y pieses,
como los badajos de los timbres létricos.
¡Qué poco a poquito se me jué muriendo!
Tosía, tosía
y lloraba la probe en silencio.
-No llores, Micaila,
por toitos los santos del cielo,
decíale al verla llorando
y al decirlo, lloraba yo mesmo.
-Si te pondrás guena,
con los revoltijos que ti ha dado el médico
no sias disconfiada con las medecinas
que a mi me sanaron de aquel muermo.
¡Andale!, mi Chacha,
quero ver en tu rostro trigueño,
como dos tizones achispaos, tus lindos ojuelos
¡Ahi te ha traido
un rebozo de bola
mi compadre Chencho,
pa´ cuando te alivies
y en el cuaco trotón, en el prieto,
he pensado pa´ entonces que vayamos
los dos riales un sábado a verlo
¿Queres trigueñita?, y el domingo le entraremos
muy recio al mole
y a la barbacoa,
y a los asaderos.
y en cuanti qui Dios escurezca,
por el valle abajo
asegún se sigue la falda del cerro.
¡Micaila!, no llores
y le daba un beso,
Ella sonreía
un instante, pero
me miraba despues en silencio,
como si la sombra del presentimiento
le preñara los ojos de llanto,
que después derramaba en silencio.
El día de su muerte,
su rostro cenizo, me dio muncho miedo.
-¿Pos qué tienes, Chacha?
-No sé lo que tengo,
pero sé que me voy y es pa siempre
-Correré si quieres por el siñor médico,
¿queres, trigueñita?
-¿Ya pa que?, mejor tate aquí en sosiego,
quero hablarte por ultimo chacho,
antes de que me hoguen los remordimientos.
Asiéntate y oye. yo quise decírtelo
dende hace muchísimo tiempo
pero a la guena gueno, pos se me arrugaba,
¡Uno es mujer! Chacho, ¡Qué caray!,
y el miedo dizque no anda en burro,
pero ahora qué li hace, mi prieto,
si ya se te muere tu Chacha
qué se llegue a saber su secreto.
Hace unos seis años, siguro ¿recuerdas
que nos envitaron a los herraderos
los siñores amos?
-Vaya si mi acuerdo;
¿no jué aquel domingo
que salí cornao por un toro prieto,
cerca de las trancas, en el Rancho Verde
de`ñor Juan?
-El mesmo,
ya vide que si te acordates;
pos ahi tienes nomás qui al saberlo,
por la puerta falsa de la casa grande
me salí corriendo,
en las trancas jallé a don Antonio,
el hijo mayor de don Pedro,
que era por entonces alcalde del pueblo,
Pregúntele al punto
por ti, por tu herida, por tu paradero,
me dijo que en una camilla
te jalaron pa casa del médico
que si quería que me llevaba en ancas
en el punto mesmo;
aceté, ¡ qué caray!, no era cosa
de dejarte morir como un perro,
No nos vido naiden salir de las trancas
llegamos de un bote al potrero,
y a galope tendido trepamos
la cuesta del cerro,
y al bajar el barranco del Cristo,
tan jondo y tan negro,
don Antonio empezó con sus cosas,
con sus chicoleos;
que si yo era una rosa de mayo
que si eran mis ojos nocturnos luceros,
Yo a todo esto callaba, callaba; él se puso necio
me dijo que tú eras muy probe:
total un ranchero;
que él, en cambio, era dueño de hacienda
y de munchas talegas de pesos;
que ti abandonara
que nos juéramos pa México,
o pa los Uruapas o pa los Querétaros.
Yo me puse muy jira y le dije,
qui aunque probe, me daba mi prieto
pa presumir mucho
y andar diariamente con el zagalejo
muy lentejueliao
y cada semana con rebozo nuevo.
-Por si no no por amor, por la juerza,
me dijo rayando su penco,
y sin más me apretó la centura
y mi boca manchó con un beso,
Nunca lo jiciera, sentí que la sangre
cegaba mis ojos, y el furor mi seno;
saqué del arzón el machete,
y por las espaldas, lo jundí en su cuello.
Cayó hacia delante con un grito horrendo.
y rodó rebotando hasta el jondo
del desfiladero...
Naíden supo nada;
cuando lo jallaron todito disecho,
guiados por el puro jedor del barranco,
los jueces dijieron,
quesque jué un suicidio
por no sé qué amores y enredos,
Yo me estuve callada la boca
pero ahora, pos dime, ¿ya pa que, mi prieto?
Se quedó como estática; acaso
rezaba al morir, por el muerto,
La abracé llorando,
la besé en silencio,
y como una santa
que poco a poquito,
se me jué muriendo...
Mi jacal tá maldito...
si lo queres, pos ahi te lo dejo,
si te cuadra quémalo,
si se te hincha, véndelo;
yo mi güelvo a las filas, mi mamá,
a peliar por la patria mi güelvo;
si me quebra una bala, qué liace,
al cabo en el mundo,
pa los que sufrimos la muerte en el alma.
vivir o morir es lo mesmo.
Mi cantón magresita del alma
sin ella ¿ya pa que lo quero?



Antonio Guzmán Aguilera nació en San Miguel del Mezquital, hoy Miguel Auza, Zacatecas, México, el 21 de marzo de 1894 y falleció en la Ciudad de México el 5 de junio de 1958, cuando contaba con aproximadamente seis años de edad fue, con su familia, a vivir a la ciudad de Durango y seis años más tarde a la Ciudad de México, en donde murió su padre un par de años después.
En el año de 1920 inició su carrera como periodista al ingresar a El Universal Ilustrado como crítico de teatro, actividad que alternaba con las de escritor y compositor musical de teatro de revista.
Algunos años más adelante se incorporaría a la industria del cine como guionista, participando en películas tan importantes como Alla en el Rancho Grande, La mujer del puerto, además de otras de gran éxito, por ejemplo, La Llorona, Soy charro de Rancho Grande, Aguila o sol, Así se quiere en Jalisco, Soy charro de levita, entre muchas otras; también hizo un par de intentos como director de cine, primero co-dirigiendo Amapola del Camino al lado de Juan Bustillo Oro, y después en solitario, sin éxito, con La justicia de Pancho Villa (El gaucho Múgica).
*
Nota: Este fue uno de los poemas primeros que me tocó escuchar a temprana edad, marcandome un interés por esas lenguas indígenas y modismos mexicanos.
Vicky E.Durán


Nota: Para escuchar la declamación primero poner pausa al sonido principal de la página que se encuentra en la parte inferior de la misma.

6 comentarios:

ROSA dijo...

Mi querida Vicky realmente precioso.
Un besito mi niña da gusto leerte a prender de ti,
Un besito Rosario

JOTACET dijo...

-QUERIDA AMIGA: HE QUEDADO MUY EMOCIONADO POR ESTA OBRA DE TAN DIGNO ESCRITOR-TE DIGO QUE SE PARECE TANTO AL LENGUAJE DE NUESTRA GENTE DEL INTERIOR, QUE ASOMBRA- TE AGRADEZCO QUE NOS HAGAS CONOCER A LA GENTE DE TU TIERRA Y SUS OBRAS, COMO ESTA, QUE SERÁN INOLVIDABLES-
GRACIAS, YAQUESITA,UN BESO EN TU FRENTE
JOTACET

Guirroma dijo...

me emociono mucho.demasiado,me hizo llorar,mis canarios tambien se han ido muriendo.
los mareos ,los mareos,ta tos,uy MI DIOSITO QUE BIENO ESTA ESTO.

Lorena Vázquez Torres...loret dijo...

AYYY, BIKI QUERIDA...COMO BUENA MEXICANA, ORGULLOSA DE SUS RAÍCES...ME QUEDÉ MUDA AL ESCUCHAR ESTA PRECIOSA DECLAMACIÓN, DIGNA REPRESENTACIÓN DE NUESTRA CULTURA...ME HE QUEDADO MUDA Y CON LÁGRIMAS DE PROFUNDA EMOCIÓN... Y MI APLAUSO DE PIE!!!...

Irguheva dijo...

Bella,eres un amor una maestra te admiro y te quiero, gracias por enseñarme y enseñar al mundo nuestra cultura Mexicana,re quiero mucho!!!

Wendy dijo...

Me encanta está poesía!!!!