miércoles, 23 de marzo de 2011

Ultimo atardecer en el Desierto de Altar

Recorriendo el Desierto de Altar, bajo el cristal empañado por la lluvia y unas lágrimas que rasan alicaída mirada. Furtivos ojos reciben los colores de un ocaso que languidece, trayecto lento, pausado, tormentoso, el sol juega a esconderse. Oigo una música lejana, acordes llenos de nostalgia que se adentran como un murmullo incoherente, como de mujeres rezando, casi inaudible. Mi soledad se hace más evidente, pierdo el sentido del tiempo y del espacio, siento perderme en estas arenas desérticas, que cambian la forma en cada viento, adoptan distintas siluetas, me imagino pisando diferentes suelos, dejando huellas marcadas en las dunas que en un segundo desaparecen… caminar entre espinas y abrojos, sentir el fuego que palpita en las entrañas de esta tierra infértil, sentirme la princesa del Sahara en una casa de paredes de telas esperando el amor de un Lawrence de Arabia, enigmático, interesante, guapo, amoroso y fiel… no como el amor tantas veces buscado y no encontrado.

Volver la vista atrás y ver que es más fácil seguir adelante que repetir los senderos equivocados y difíciles de la vida, laberintos que conducen a nada, lagrimas ya secas en la piel ajada por el sufrimiento, abyecta mirada de ojos negros guardan vestigios de otros oasis y vergeles consumidos. Tormenta del desierto, lluvia seca que se seca sin llegar al suelo, heladas gotas transformada en segundos en vahos calientes; electrificantes rayos, estruendos del choque entre nubes rojas; fulminantes luces que ciegan mi mente obnubilada… miro sin ver, ojos perdidos en el horizonte, soy ciega ante ese crepúsculo desértico, estoy invidente no obstante el arcoíris que me pinta Dios ante mis ojos… ultimo atardecer y las notas tristes siguen tocando, llegan imperceptibles estremeciéndome el corazón…

Desierto de Altar de sinuosos caminos, de veredas perdidas en la flora y arenas movedizas, una mujer con cabellos al viento y baños de sol en la piel, llora inconsolable en la cima de El Pinacate queriendo arrojarse al vacío negro que atrae hasta el fondo de su volcán, queriendo convertirse en lava ardiente que consuma cada poro de su piel…

Vicky E.Durán
Julio 2010
Desierto de Altar, Sonora, México